En
algún lugar bajo el cielo,
oteando
las Topatopa
y jugando
con los vientos de Ojai,
se
encuentra un palacio escoltado
por el espíritu
de un indio chumash.
¿Para qué sirve la memoria
sino para que el alma
reviva
las emociones de un
viaje
más allá de nuestras
fronteras?
Anidando a los pies
desnudos
de unas regias
montañas
hay un pueblo envidiado
por el barullo de
la ciudad.
Me estoy viendo
andar
entre el rumor del
ensueño,
me esperan las níveas
arcadas
al antiguo estilo
español,
en el pasillo, las
tiendas,
sea food y avant-garde art,
en una esquina, la
torre
que los astros
anhelan besar,
en la plaza, una
fuente…
imagino a un hippie
cantar;
mis dedos,
irreverentes,
le dan la convenida
señal,
(ambos vamos
soñando
con un mundo de
amor y de paz)
Krishnamurti me ve
y sonríe,
irradiando
filosofía,
yo me sumerjo,
entre tanto,
en la diversa sabiduría
de unos libros,
cual mariposas,
se ofrecen en
libertad.
De pronto, tengo
dos alas
y vuelo hacia otro lugar…
Es un hogar
bendecido,
es un palacio
hermoso,
cubierto por los
tules del cielo
y los vientos de las
montañas;
oigo la voz de los
indios,
como un murmullo
divino:
Topatopa, Topatopa…,
deja que baje la
luna,
que te adore, como
a ninguna,
y cubra de nieve
tus riscos.
El palacio está tan
lejano
al orbe de mis
rutinas
que alguna noche de
estrellas,
de insomnio y musas
locas,
se me antoja que es
una galeón
que cruza los
valles de Ojai.
En las cuestas que
le rodean
felices van las
gallinas,
como naranjas con
plumas,
picoteando, del
suelo, la vida.
Y las naranjas
parecen,
jugosas, inmensas,
en flor,
globos en días de
fiesta,
planetas del cielo
caídos.
La brisa mece las
hojas,
esmeraldas debajo
del sol,
la pelota sobre la
grama,
los perros sin
ganas de acción.
Uno se acerca
curioso,
tímido, receloso,
hasta que lame mi
mano,
¡ya sabe que puede confiar!
La chimenea
descansa
a la espera de la
estación
para encender su lumbrera
en vísperas de
Navidad;
la chimenea nos ve,
funge como testigo
de la alegría y
cariño
de familiares y
amigos;
¡qué pena que no se
detenga
el tiempo cuando
sentimos
que un día, como aquel,
no es fácil volver
a vivirlo!
Porque ha quedado
tan lejos,
detrás de un
ventanal
de aquel hermoso
palacio,
tan lejos de mi
cielo y mi mar.
Sin embargo, me basta cerrar
los ojos, esta
noche serena,
para que el corazón,
subyugado,
vuelva a sentirlo
muy cerca.
Olga Cortez Barbera
Imagen: The Happy Valley Foundation, Ojai
Un bello viaje me has regalado!
ResponderEliminarTe invito a visitar mi alma virtual.
http://andreszuniga-escritor.blogspot.com.ar/
Muchas Gracias. Con gusto, visitaré tu blog
EliminarUn bello viaje me has regalado!
ResponderEliminarTe invito a visitar mi alma virtual.
http://andreszuniga-escritor.blogspot.com.ar/