Madre,
tú que, como la luna, sabes de mis secretos, deseos y utopías, que sacrificas
tus descansos para ofrendarnos tu amor y cuidados cada día, quiero dar gracias
a la vida por poseer un trozo de ese corazón que sólo sabe de bondad,
abnegación y ternura. Eres tan especial… No lo digo yo, ni tu familia, lo dice
toda persona que se ha acercado a ti, para quien siempre tienes la palabra
amable, el oído atento o el consejo sabio. Tú, la de la sonrisa eterna, a pesar
de las adversidades que no pudieron mancillar tu alma, siempre estás. A cambio,
sabes que posees lo más noble de los sentimientos de tus hijos, aunque a veces
no encontremos como demostrártelo.
Contigo
he aprendido que las hadas no sólo existen en los cuentos. En las noches
sombrías de los miedos infantiles, en las penas amorosas o en los descalabros
existenciales, siempre conté con la magia de tus caricias y el hechizo de tu
voz. Ahora que el tiempo se desmenuza, se nos hace chiquito, no existen varitas
más prodigiosas que tu dulce compañía y tu santa bendición. Las noches son
soleadas, y no hay monstruos ni pesadillas, y yo puedo soñar que un unicornio
nos espera para llevarnos a otro mundo. Porque deseo que en ese otro mundo inevitable,
cercano o no, podamos estar juntas las dos.
Aprendí
que, además de príncipes valientes, también existen princesas valientes. Con el
escudo y la espada del coraje, atravesando bosques impenetrables, doblegando
dolores y llantos, pudiste rescatarnos de los dragones que amenazaron la
sobrevivencia de tu feudo. Hoy, a un largo trecho, aquellos eventos los
convertimos en anécdotas y sonreímos. Ese pasado me hace concluir que, sin ti,
no hubiéramos sido, ni somos, ni seremos. Por eso, todos, así grandes y
canosos, no dejamos de buscar la suave fortaleza que se esconde en tus brazos.
De
ti aprendimos las mejores lecciones: compromiso, solidaridad y compasión. Lo
que poseamos de virtuosos te lo debemos a ti. ¿Cómo recompensar tu entrega e
infinito amor? ¿Existirá en este planeta con qué? Mientras lo encuentro, madre,
hada, princesa, amiga, confidente, ave, flor y luz, recibe mi corazón.
Olga Cortez Barbera
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