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Desde mi habitación
veo la suave pendiente de la colina en flor. Nardos, clavellinas, violetas,
girasoles…, parecen girar como molinillos al vaivén de la brisa. La cesta
florida se extiende hasta el pie de la ladera y se funde, al resguardo de un
cielo limpio, con la hierba silvestre y el dorado de los trigales. A la derecha
se alza el bosque, donde suelo meditar, debajo de los helechos y de las
orquídeas salvajes que se abrazan a las ramas húmedas. A la izquierda, una
montaña vierte sobre el río su larga cabellera de agua. El murmullo de la
corriente juega con el trino de los pájaros. Me recreo con los arpegios de la
naturaleza y la fragancia de las flores, que se enhebran con el aroma de los limoneros
del patio. Liebres, corderos y ardillas retozan en el monte, sin temor a mi
mascota, cómplice en mis soledades. La llamo y se echa a mi lado para
acompañarme en este remanso de paz inspirador de poesías, que escribo sobre la desnudez
del alma.
Mi habitación es el
refugio a donde escapo de lo que no me gusta. Por eso la quise así, rodeada de
lo que alimenta el espíritu. Allí, alejada del día a día, entiendo que no es la
vida la que lastima, sino la sin razón de los racionales, que dificulta el paso
por este mundo. Cansada de esto, y después de andar por tantos caminos, di con mi
preciado lugar. Paciencia y voluntad dieron su fruto. Antes de que el sol se
retire, saldré de la oficina para unirme a la cola, larga y pesada, del tráfico
de la ciudad. Ya en casa y, luego de comer cualquier tontería, entraré, como de
costumbre, al cuarto, donde me espera el sosiego antes de dormir.
Después de un mal
día, que acabó con un incidente que me hizo reflexionar sobre la levedad de la
existencia, volé hacia mi privacidad. Quería estar allí para volcarme al universo
personal de rumores, trinos y fragancias. Llegué y me abrumó la soledad. Me
acosté sin cenar, tratando de calmarme. No obstante, desde la ventana de mi
habitación, al igual que en mi estado de ánimo, comencé a ver cómo se formaban
nubes plomo en el cielo. Me asomé al paisaje. El viento espoleaba las plantas.
La neblina impedía el ansiado espectáculo del bosque y la montaña. Se hizo un
claro y pude ver. ¿Los conejos corrían
hacia su guarida? No, escapaban de la persecución de las bestias. Busqué un
arma para acabar con ellas, pero frené. Si había luchado tanto para obtener el
sosiego de esta habitación, ¿cómo destruirlo con un acto de tal naturaleza? Eso
me convertiría en un ser ruin, como cualquier criminal, para dejarme caer
después en una laguna de arrepentimientos. ¿Cómo rescatar mi mundo de serenidad?
Cerré los ojos,
hasta que se aplacaron mis pulsaciones y pensamientos. De nuevo brillaba
la primavera, con sus arcos iris de mariposas y rosales encendidos. Mañana,
posiblemente, elija otro escenario. Me despertará el viento marino y el
chillido de las gaviotas. Un velero me esperará en el puerto para llevarme a
lugares de ensueño. O tal vez, si no deseo ir lejos, me quedaré en la cama y pueda
que disfrute con las guacamayas, colibríes o golondrinas que pasen por mi
ventana. No importa lo que decida, siempre que mi mascota, de vuelta de las
eternidades, permanezca a mi lado para hacerme compañía en esta, mi habitación
interior.
Olga Cortez Barbera
¡Qué belleza tu texto! Solo una poeta de tu valía puede crear esas imágenes.No hace falta que te diga una vez más cuanto me gusta tu estilo. Felicitaciones.
ResponderEliminarMuchas Gracias, siempre tú con tus palabras generosas y motivadoras. Para mí es un placer leerte también.
Eliminar..."Mi habitación es el refugio a donde escapo de lo que no me gusta. Por eso la quise así, rodeada de lo que alimenta el espíritu. Allí, alejada del día a día, entiendo que no es la vida la que lastima, sino la sin razón de los racionales, que dificulta el paso por este mundo.".... quisiera ser mas práctico, deberíamos tener como práctica pensar de las vicisitudes diarias y escribir nuestro estado de ánimo como consecuencia de la vivencias con nuestros semejantes, posiblemente encontremos varios eventos y a cada evento una solución..."De nuevo brillaba la primavera, con sus arcos iris de mariposas y rosales encendidos. Mañana, posiblemente, elija otro escenario."...., sigue escribiendo, algo de tus escrito nos hará reflexionar sobre lo cotidiano que no le damos importancia. Vittorio Rezzin
ResponderEliminarEs impresionante. Sabes que estaba pensando escribirte un correo sobre tu último escrito.Pero al leer éste, lo hago directamente como un comentario. Lo de la ventanita espiritual que al principio creí era ciertamente una habitación común y corriente. No era la habitación que todos tenemos, pero que no podemos separar de una realidad que nos toca y marca y que generalmente nos transforma en lo que no queremos. En tu escrito nos das una pista para ser cada día un poquito más humanos...
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